Yo quería comer bichos

Yo quería comer bichos

En realidad, sigo queriendo comer bichos. Grillos, saltamontes, gusanitos de la harina. Pienso en escarabajos asados y se me hace la boca agua. Quiero comer bichos, y hubo una época en la que deseaba que la gente comiera los bichos que yo vendía. No estoy bromeando. Pronto hará 2 años desde que tuve la idea de “SuperBugs”. Y el nacimiento de esta idea tiene un origen lógico y natural, tan natural como cuando un grillito canta en una noche de verano. Pero también una muerte rápida, porque fue efímera como una mariposa.

Cuando trabajaba en Bruselas en el contexto de las Instituciones Europeas, descubrí una de mis grandes pasiones: el Derecho Europeo, y en particular, la legislación relativa a Salud y Consumidores. Cuando dejé Bruselas para venirme a Madrid con la intención de lanzarme a la piscina del emprendimiento, pensé, como todo aquel que quiere lanzarse en el mundo de los negocios, “quiero emprender, pero ¿qué hago? ¿en qué emprendo?”. 

Quiero emprender, pero ¿qué hago? ¿en qué emprendo?

Empecé a plantearme cómo comemos. Cómo afecta la comida que consumimos no sólo a nuestro cuerpo, sino al planeta. Los hábitos alimenticios de occidente. Y tras un tiempo de estrujarme el cerebro, surgió la pregunta: ¿Cómo podríamos alimentarnos con el menor impacto posible en el medioambiente?”. Todo un challenge de Design Thinking, de libro. Así que pensé e investigué todos los nutrientes que debemos consumir a diario, pensando en su huella medioambiental: vitaminas, minerales, hidratos, proteínas. Y en el caso de las proteínas, descubrí que un kilo de carne tiene una huella hidrológica de 15.000 litros de agua. Un huevo, 9.000 litros. ¿De dónde extraer las proteínas con el menor impacto posible? Pues si, de los insectos. Por ejemplo, 1 kilo de Tenebrio Molitor (“gusano de la harina”) tiene una huella hidrológica de sólo 8 litros. Y no sólo contiene casi las mismas proteínas que 1 kilo de carne, sino que los insectos contienen quitina, vitaminas y minerales.

Y aquí viene el guiño del destino: cuando estaba investigando toda esta movida, descubrí que acababa de aprobarse el Reglamento (UE) 2015/2283 relativo a los nuevos alimentos, y que por primera vez, la legislación de la Unión Europea citaba a los “insectos para consumo humano”, el cual entra en vigor el próximo 1 de enero de 2018 para toda la UE. ¡Qué subidón! ¡Me daba tiempo a desarrollar con toda tranquilidad! Podía investigar, prototipar, testear, ¡durante meses! ¡Y lanzarlo cuando en España fuera legal!

Pues empecé. Hubo personas que me ayudaron en esta fase, y llegamos a testear con 100 personas por todo Madrid (con un stand hecho en cartón pluma y prototipos que no llevaban insectos en realidad). Y descubrí muchos insights interesantes: por ejemplo, que si los bichos no se ven, a la gente le da menos asco beberse un zumo que lleva insectos como uno de sus ingredientes.

Me enamoré de SuperBugs (aunque el nombre luego resultó ser muy problemático como para hacerlo una marca comercial), es decir, me enamoré de la idea. De hecho, al principio tenía miedo de contarla, por miedo a que me la copiaran. Pero es que por aquel entonces no sabía que las ideas no se copian, se copian los modelos de negocio.

Una idea sobre el papel vale exactamente igual que “una mierda pinchá en un palo”

Finalmente, ni había escogido bien a las personas con las que trabajar, ni tenía el dinero suficiente para montar la Startup (no sabía como hacerlo – pero tampoco me puse a buscarlo) ni terminé de lanzarme a la piscina con SuperBugs. NO LUCHÉ LO SUFICIENTE. Descubrí entonces que, cuando emprendes, si no lo haces full-life, con constancia, con determinación, con un buen equipo, con información sobre inversores… no consigues nada. Y lo más importante, descubrí que una idea sobre el papel vale exactamente igual que “una mierda pinchá en un palo”.

Cuando emprendes, si no lo haces full-life, no consigues nada

Porque mis SuperBugs se quedaron en eso, en papel. Y hoy, a escasas dos semanas para que entre el Reglamento en vigor, y para que oficialmente entren los insectos en nuestra alimentación, leo noticias como la de Insectfit. Pese a que me da pena que mi SuperBugs nunca viera la luz, en realidad me alegro de que otras personas sí se lanzaran a la piscina. Y lo mejor, ¡ahora voy a poder comer bichos!

Que mi batallita de algo que quise y que NO HICE tenga una moraleja: si tienes una idea y crees en ella, y aún más importante, si QUIERES EMPRENDER, que nada te pare. Ve a muerte. Estréllate y aprende.

Aprende y lanza otra cosa hasta que puedas decir que eres emprendedor porque haces, no porque “dices que haces”

Desde aquí, ÁNIMO a todos los valientes que deciden emprender cueste lo que cueste.

This Post Has 4 Comments

  1. Muy buen artículo. No soy muy partidario del hecho de comer insectos, pero la verdad es que, como bien dices: “ojos que no ven, corazón que no siente”. Si no sabes que es un insecto, más de uno me comería.
    Pd. Sigue luchando por emprender el camino que llevas conseguido, que el pasado te ayude a afianzar tu presente y sigas construyendo tu futuro.

    1. Muchísimas gracias Miguel Ángel por tus palabras motivadoras! Un abrazo

  2. Hola Paloma!
    Pedazo de articulo te has marcado,recuerdo cuando me hablastes de esto y siempre me parecio una idea perfecta.

  3. Voy a empezar a moverme para montar tu club de fans 🙂

Leave a Reply

Close Menu